¿Cómo mejorar el sonido de mi equipo Hi-Fi?
Fecha 29 Junio 2018 Autor Juan Tags Teoría y Tecnología

Consejos y trucos para optimizar el sonido de nuestro equipo 

Es posible que muchos aficionados jóvenes lo desconozcan, pero desde hace ya bastantes años existe una “escuela” de aficionados y profesionales que se esfuerza en demostrar que es posible mejorar el sonido de cualquier equipo de Alta Fidelidad sin tocar su configuración de base.

Y, además, sin que ello comporte dispendios importantes aunque, como en todo, es el usuario el que acaba decidiendo la operativa a seguir en función del nivel de su equipo y la importancia que el mismo tenga en su vida. En cualquier caso, se trata de seguir en cierto modo el sentido común y aplicarlo en consonancia con esa jerarquía de la reproducción sonora de la que ya hemos hablado en más de una ocasión. Una última puntualización: hemos decidido dividir este Blog en dos partes, con la segunda de ellas dedicada en exclusiva a los giradiscos.

 

Respetar la jerarquía de la Alta Fidelidad

Ya lo hemos dicho en varias ocasiones, pero bien está recordarlo de nuevo: para que la reproducción de nuestra música favorita llegue a buen puerto de la mejor manera posible, hay que seguir una lógica.

Y tal lógica la dicta una especie de jerarquía ampliamente aceptada que dice que lo primero es la fuente, lo segundo el amplificador y lo tercero las cajas acústicas, a lo que hay que sumar los cables, el mueble/rack –para el caso de que se haya decidido utilizar uno- y, por supuesto, la sala de escucha. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer para mejorar el sonido de nuestro equipo sin modificar su configuración de base es lograr que cada uno de los elementos de la citada jerarquía realice su trabajo en las mejores condiciones posibles y actuar luego sobre los cables, el mueble/rack y, si procede, la sala.

 

Evitar la influencia de vibraciones y parásitos

Al final, lo aparentemente complicado es sencillo si se conoce el origen del problema y se actúa, como decíamos anteriormente, siguiendo los dictados del sentido común. Y en Alta Fidelidad seguir el sentido común implica actuar para que precisamente tengamos lo que tal concepto implica: reproducir nuestra música favorita de un modo lo más fiel posible a la interpretación original.

Esto significa que los componentes de nuestro equipo deberán poseer un mínimo de calidad, cosa que por otro lado se presupone, y que deberán colocarse de manera que no interfieran entre ellos ni con la sala en la que los tengamos instalados. Así, pues, vamos a utilizar un conjunto de cierto nivel –insistimos: lo que diremos a continuación vale tanto para un sistema más sencillo como para otro más sofisticado- formado por una fuente digital, un amplificador integrado estereofónico y una pareja de cajas acústicas que podrían ser, respectivamente, el Marantz ND8006, el Marantz PM8006 y las Sonus Faber Principia 5.

 

La fundamental ubicación de las cajas acústicas

Puesto que el objetivo de la Alta Fidelidad es reproducir en casa lo que percibimos en directo, habrá que colocar el equipo de tal modo que nos permita obtener una sensación de espaciosidad lo más amplia posible; tal y como dicen los aficionados más motivados, una “escena sonora” creíble. Esto implica una cierta posición relativa de las cajas acústicas y el punto de escucha, que, por regla general, se da como buena si las mismas y nuestra cabeza son los vértices de un triángulo equilátero.

A partir de ahí, hay que experimentar y probar, si es posible con ayuda de un amigo, lo que no quita que haya una serie de “reglas” que puedan ayudar mucho. Para empezar, hay que separar las cajas acústicas de la pared, en especial si son de tipo bass-reflex, para que los sonidos graves no reboten en la misma y emborronen todo. Por regla general, habría que contar con un mínimo de 20 cm, aunque si pueden ser 30 o 40, mejor que mejor, aunque, de nuevo, todo dependerá de nuestros gustos. También vale la pena jugar con la orientación de las cajas para que los altavoces, en especial los de agudos, “apunten” hacia nuestra cabeza, así como para evitar posibles reflexiones en las paredes laterales. Todo esto vale tanto para columnas como monitores compactos, con estos últimos idealmente dispuestos sobre soportes dedicados, dándose asimismo por supuesto que en ambos casos la “conexión” con el suelo se llevará a cabo mediante puntas metálicas, una solución muy efectiva para evacuar posibles vibraciones susceptibles de afectar al sonido. En el caso de utilizar monitores compactos pero, por el motivo que sea, no disponer de pies, lo más importante es colocarlos de tal modo que los altavoces de agudos estén a la misma altura que nuestros oídos en el punto de escucha. Y también que descansen sobre una base o pies –pueden ser de goma y autoadhesivos, como los que pueden encontrar en cualquier ferretería- para evitar que hagan vibrar la estantería que los soporta, por ejemplo. En el caso de las columnas, se da por supuesto que el fabricante las ha diseñado para la mencionada altura sea la correcta y, por lo tanto, no haya que tocar nada.

 

La fuente digital:  hay que tratarla casi como a un giradiscos

Cualquier interferencia o parásito que consiga penetrar en la fuente afectará al resto de la cadena de reproducción, por lo que nunca viene de más colocar este componente crítico de modo que esté lo más aislado posible de su entorno, en especial de componentes susceptibles de hacerlo vibrar, caso de las cajas acústicas. Opciones: la balda superior de un mueble dedicado, por supuesto, pero también encima de una base especialmente pensada para ello o incluso encima de tacos absorbentes que complementen la función de los pies incluidos en nuestra fuente. A las malas, hay que evitar imperativamente que la fuente y las cajas acústicas compartan una misma superficie porque, en ese caso, la catástrofe –en especial durante la reproducción de frecuencias bajas a niveles de volumen elevados- está asegurada.

 

El amplificador: asegurar una buena base y una buena refrigeración

Aunque no lo parezca, y que conste que no estamos hablando en plan “friki”, la presencia de vibraciones en el amplificador puede afectar a componentes internos del mismo especialmente sensibles al respecto, caso de los condensadores presentes en los trayectos de señal. La primera de dichas vibraciones la puede generar el propio transformador de alimentación de nuestro ampli, motivo por el que ya el propio fabricante suele adoptar medidas más o menos elaboradas para evitarlas.

Todo esto nos lleva a la recomendación de situar nuestro amplificador encima de una base dedicada o, la mejor opción, en un mueble para componentes de audio. También habrá que procurar que nuestro amplificador “respire” lo mejor posible, en especial si está en el interior de un mueble o en un espacio poco ventilado. Hay, en consecuencia, que asegurar una buena circulación de aire alrededor de nuestro amplificador, dejando por lo tanto un espacio libre de, por menos, 5 centímetros (si puede ser más, mejor). También hay que intentar mantener nuestro ampli alejado de aparatos que generen o manipulen señales  susceptibles de “colarse” por alguna de las entradas o interferir directamente en sus componentes internos (caso del transformador de alimentación). Nos referimos, por ejemplo, a tomas de antena de radio/TV, routers Wi-Fi y compañía.

 

Los cables –y además todos- sí importan

Hay muchos aficionados que desconocen el tema, pero la verdad es que los cables tienen una importancia fundamental en el sonido de todo equipo. De acuerdo, hay aficionados que se exceden en su obsesión con la importancia de dicho componente, pero entre un cable rojo y negro de ferretería y un diseño de referencia absoluta de Transparent hay muchas opciones intermedias.

Aquí lo importante es completar nuestro conjunto con cables específicamente pensados para componentes de audio, Van den Hul, In-Akustik, Eagle Cable, Transparent y tener muy claro que todos importan: conexión a cajas, interconexión y alimentación. Quizá los que más influyen en el sonido son los de conexión a cajas porque son los que manejan más potencia, pero en los últimos años se ha demostrado que los de alimentación son fundamentales en el sonido,  como consecuencia de la creciente “contaminación” de la red eléctrica. Otro aspecto de gran importancia en lo que respecta a los cables es la ubicación de los mismos, siendo especialmente recomendable evitar que los de alimentación estén muy cerca de los de interconexión, ya que pueden interferir en la señal procedente de la fuente y, por tanto,  degradar el sonido una vez que el nivel de la misma es aumentado por el amplificador. En el caso de los cables de conexión a cajas también vale la pena tener en cuenta estos dos consejos: por un lado, procurar que la longitud del cable utilizado para cada caja sea más o menos la misma; y, por otro, que en el caso de que sobre cable, es fundamental no “enrollar” el sobrante, porque lo que tendremos en ese caso es una preciosa antena.

 

Regletas y filtros de red: cada vez más importantes

Lo que acabamos de decir nos lleva directamente a un accesorio “lógico” que cada vez es más popular por los efectos beneficiosos que provoca en el sonido: la regleta de corriente dedicada con filtro de red incorporado.

Se trata de una inversión que, como en todo, ofrece diferentes niveles de sofisticación en función del equipo y el presupuesto que tengamos, pero que en su expresión más sencilla, los modelos básicos de IsoTek, por ejemplo, constituye un colofón perfecto para cualquier sistema de Alta Fidelidad, porque garantiza que la señal que alimenta a los elementos que lo constituyen sea previamente “limpiada” de los parásitos que con toda seguridad la acompañan desde la toma de corriente mural. Como en todo, el nivel de complejidad puede aumentar, siendo la combinación formada por cable de red y filtro de red independientes la que aporta los mejores resultados… todo ello en el supuesto de que el valor de la tensión de red sea perfectamente estable.

 

La sala: un componente por sí solo

No es el objeto del presente Blog, pero bien está saber que todo lo que hemos dicho terminará en un fiasco rotundo si la sala que alberga nuestro equipo no reúne unas condiciones mínimas en términos de “higiene” acústica, léase unas dimensiones aceptables y, sobre todo, una mezcla aceptable de absorción y reflexiones.