Consejos para mejorar el sonido de cualquier tocadiscos
Fecha 25 Julio 2019 Autor ada Tags Teoría y Tecnología

Fiel a su condición de componente cien por cien analógico, repleto además de elementos mecánicos, el tocadiscos es la fuente de audio de alta calidad más increíblemente versátil de un sistema de Alta Fidelidad. Esto significa que si se conoce con cierto detalle el papel que desempeña cada uno de los citados elementos, es posible lograr, con pequeños ajustes, mejoras sustanciales y en ocasiones drásticas en el sonido final.

Todo ello sin cambiar la cápsula –ese sería el siguiente paso- y además con la certeza absoluta de saber que funcionará tanto con modelos básicos, como de referencia, lo cual hace que la idea resulte todavía más excitante.

 

El concepto de base: aislar, aislar y aislar

Pretende el presente Blog completar, por decirlo de algún modo, el que en su momento dedicamos al ajuste de un tocadiscos. Es probable que a más de uno le parezca lo mismo, pero lo que pretendemos transmitir en las líneas que siguen es cómo mejorar el sonido de un tocadiscos que ha sido previamente ajustado (¡y conectado, con el cable de masa bien atornillado!). Al respecto, no hay que perder de vista que un buen número de modelos populares se suministran de fábrica, prácticamente como si de dispositivos “plug & play” se tratara, para sonar perfectamente bien sin apenas tocar nada, lo que no quita que con unos cuantos “trucos” adicionales se puedan obtener mejoras sensibles en el sonido.

Dicho esto, volvamos al encabezamiento de las presentes líneas, puesto que nos lleva a la esencia de lo que queremos transmitir: aislar, aislar y aislar. Y además tanto a nivel mecánico como eléctrico. Algo fácil de comprender en un tipo de producto que combina una ejecución eminentemente mecánica con una parte eléctrica, protagonizada por una señal de nivel muy bajo y susceptible de ser afectada por un amplio repertorio de perturbaciones. Así pues, mejorar un tocadiscos básico sin cambiar su configuración puede reducirse a algo tan sencillo como evitar que ningún elemento extraño interfiera en su cometido: la perfecta lectura de nuestros vinilos favoritos.

 

Mejorar el aislamiento mecánico

Como no se cansa de decir el fundador y propietario de Pro-Ject, el mayor fabricante de tocadiscos del mundo, en la lectura de vinilos la clave se llama “control de las resonancias”, léase resonancias mecánicas, pero también aquellas que se pueden provocar por vía acústica.

Y esto nos lleva al primer “pecado” que hay que evitar para que nuestro tocadiscos dé lo mejor de sí mismo: situarlo cerca de las cajas acústicas, y no digamos ya sobre la misma superficie que las mismas. En el primer caso es posible que la señal de mayor amplitud emitida por dichas cajas (la correspondiente a graves reproducidos a un volumen alto) provoque vibraciones en el chasis de nuestro giradiscos, que a su vez se transmitan al plato, ergo a la cápsula, después al amplificador y, de nuevo, a las cajas acústicas. Misma situación, aunque en este caso con garantía total de desastre, se producirá si tenemos el tocadiscos instalado en un mueble en cuyos extremos estén dos cajas acústicas, incluso si las mismas descansan sobre tacos o, mejor, puntas de desacoplo.
La solución al problema que acabamos de plantear es, no obstante, bien simple: colocar el giradiscos sobre una superficie dedicada que impida que posibles vibraciones de origen mecánico o acústico puedan acabar llegando a la aguja de lectura.

La opción más sencilla sería colocar el giradiscos sobre una base dedicada o pies específicamente diseñados para ello y la segunda situarlo en la balda superior de un mueble para componentes de audio. La certeza de haber hecho las cosas bien la tendremos haciendo algo tan sencillo como dar un golpe con los nudillos de una mano al mueble que alberga el giradiscos estando situado el nivel de volumen del amplificador en un nivel alto: si el golpe en cuestión no se oye en nuestras cajas acústicas, significa que habremos conseguido nuestro objetivo.

 

Mejorar el aislamiento eléctrico

Como decíamos al principio, las señales manejadas por un giradiscos tienen una amplitud muy pequeña: unos 5 mV en el caso de las cápsulas de imán móvil (MM) y muchísimo menos (entre 0’1 y 0’5 mV, aunque hay modelos de salida alta que entregan tensiones del orden de 1’5 mV) en el de las de bobina móvil (MC), aunque estas últimas no suelen utilizarse casi nunca en los tocadiscos de gama básica y media.

Por lo tanto, es fácil deducir que cualquier señal de superior nivel presente en las cercanías de nuestro tocadiscos podrá superponerse a la captada por la aguja de nuestro tocadiscos y estropear la reproducción con un amplio repertorio de parásitos y zumbidos que, en el peor de los casos, pueden afectar seriamente incluso a los altavoces de nuestras cajas acústicas. Al igual que en el caso del aislamiento mecánico, la solución es muy fácil a nivel de concepto, pero aquí también en lo que respecta a su ejecución. ¿Qué hay que hacer, pues? De entrada, alejar el tocadiscos de cualquier transformador de alimentación  presente en nuestro equipo, algo que el uso de un mueble dedicado suele garantizar. Esto es debido a que por regla general los transformadores de alimentación no están perfectamente blindados y, por tanto, casi siempre emiten radiaciones parásitas.

A continuación, habrá que procurar que no haya ningún cable de red cerca del de fono, es decir, el que une el tocadiscos con el amplificador de nuestro equipo. Y, ya para finalizar, sería perfecto enchufar el tocadiscos a una regleta específica para componentes de audio –si además incorpora un filtro de red, mejor que mejor- en el caso de que la tengamos.

 

Algunos ajustes extra para rematarlo todo

Hay un par de ajustes finos que nos ayudarán a mejorar todavía más el sonido. El primero consiste en colocar una esterilla entre el plato propiamente dicho y el disco,  puesto que ayuda a evacuar la electricidad estética por un lado y a añadir un punto extra de absorción/neutralidad tonal por otro. La mayoría de tocadiscos de Pro-Ject la incorporan de serie, pero en caso de que no fuese así o tenemos un modelo de otra marca, siempre es posible hacerse con una. Ya para finalizar, hay otro elemento cuya influencia en el sonido final es siempre positiva: un prensador de discos.

¿Por qué? En primer lugar porque compensa posibles alabeos del disco y por lo tanto permite evitar potenciales saltos bruscos de la aguja que, en el caso más desfavorable, pueden incluso dañarla. En segundo lugar, porque un disco perfectamente plano es fundamental, junto con una rotación perfectamente estable, para que la exploración de los surcos del disco por parte de la aguja se lleve a cabo en las mejores condiciones posibles. Si nuestro tocadiscos no incluye un prensador de serie, es posible adquirir uno por separado con la precaución de evitar modelos muy pesados susceptibles de afectar a la velocidad de rotación.