Wharfedale Diamond 12.4 a prueba
Fecha 22 Febrero 2021 Autor ada Tags Wharfedale

Wharfedale define su nueva gama Diamond 12 como “una nueva referencia” dentro de las realizaciones de su clase y la verdad es que a tenor del esmero con el que ha combinado en todos los modelos que la constituyen sofisticación técnica, calidad constructiva y elegancia visual tal afirmación tiene todo el sentido del mundo.

Un esmero cuya máxima expresión lo encontramos en la columna Diamond 12.4, buque insignia de la nueva propuesta de Wharfedale en sistemas de altavoces “entry level” altamente polivalentes y que, por apenas 1.000 euros, resuelve con nota las aspiraciones de quienes buscan sonido de gran clase tanto en lo cualitativo, como en lo cuantitativo y, además, no sólo en salas de tamaño mediano, sino incluso de dimensiones ya respetables. En definitiva, una pequeña joya a precio de ganga.

 

La importancia de la tecnología de los transductores

Tanto si nos referimos a un sistema de altavoces de nivel básico como a uno de alta gama o High End, la garantía de excelencia sonora viene dada por el cuidado puesto en la tecnología involucrada en los componentes básicos del sistema en cuestión: altavoces o transductores, filtro divisor de frecuencias y recinto. La gracia con la que el diseñador de turno consiga equilibrar los citados ingredientes determinará la calidad del resultado final, siendo la excepción los modelos “liberados” de los imperativos dictados por los costes. En el caso de las cajas acústicas de nivel básico o “entry level”, llevar a buen puerto el mencionado equilibrio es absolutamente crítico, porque no se puede rebajar más de la cuenta el presupuesto dedicado a uno de los componentes clave so pena de desdibujar el conjunto.

Por lo tanto, la pregunta del millón es la siguiente: ¿a cuál de los “ingredientes” mencionados hay que dar más importancia? La respuesta, aunque con los debidos matices, es sin duda “los altavoces”, porque si éstos son buenos la circuitería de filtrado puede reducirse a su mínima expresión, a la vez que el recinto acústico tampoco tiene que complicarse en extremo… cuestión de combinar paneles externos de alta rigidez con refuerzos y material absorbente en el interior. Todo ello sin descuidar la calidad de componentes mecánicos como los terminales de conexión o, en el caso de las cajas acústicas de suelo, de las puntas de desacoplo ni, por supuesto, de los acabados.

Considerada por la influyente revista especializada británica What Hi-Fi? como una de las familias de cajas acústicas de mayor éxito de todos los tiempos, la Serie Diamond de la también británica Wharfedale es un ejemplo paradigmático de lo que acabamos de decir y su reencarnación más reciente, la gama Diamond 12, va todavía más lejos.

 

Un sistema de 2’5 vías altamente sofisticado, polivalente y muy asequible

Lo primero que hay que saber de la Diamond 12 es que ha sido desarrollada en colaboración con Karl-Heinz Fink, uno de los diseñadores de sistemas de altavoces más respetados del mundo y cabeza visible de la empresa de consultoría electroacústica FinkTeam. Si a ello le sumamos la potencia del grupo industrial al que pertenece Wharfedale y el pedigrí de relación calidad/precio que ha acompañado a la gama Diamond desde que fue lanzada al mercado por primera vez, la lógica sugiere que su nueva versión aportará algo más que unos simples cambios de cara a la galería. Y, en efecto, así es, como ejemplifica con elocuencia la estilizada columna bass-reflex de 2’5 vías y 3 altavoces Diamond 12.4, modelo superior de la Diamond 12 (formada por un total de seis modelos pensados para rendir al 100% tanto en aplicaciones de Alta Fidelidad como de Cine en Casa) y protagonista del presente Blog.

Son numerosas las novedades de ingeniería “sustanciales” incorporadas en la Diamond 12.4, siendo la primera de ellas el novísimo Klarity, un material muy ligero y rígido empleado en los altavoces de graves que combina polipropileno y mica con una suspensión poco amortiguada, para ofrecer simultáneamente baja coloración, alta velocidad de respuesta y una curva tonal muy cercana al ideal teórico.

A ello hay que añadir un motor magnético de alta precisión equipado con un anillo de compensación, fabricado en aluminio, para minimizar el efecto de las variaciones en la inductancia a medida que la bobina móvil se desplaza, lo que a su vez contribuye a reducir de manera drástica la distorsión por intermodulación generada por el mencionado motor. La segunda innovación relevante de la Diamond 12.4 la encontramos en el altavoz de agudos, que combina una cúpula de fibras de poliéster entrelazadas con revestimiento especial y un motor magnético optimizado para maximizar la dispersión y minimizar la compresión dinámica. Por su parte, la placa frontal que acompaña al citado transductor ha sido diseñada para exponer la cúpula lo menos posible gracias a una estructura que equilibra la carga acústica y mejora el registro correspondiente al nivel de presión sonora.

 

Una circuitería de filtrado y una construcción física muy cuidadas

De armonizar la dotación de transductores que acabamos de describir –recordemos que el segundo woofer de un sistema de 2’5 vías se encarga de extender “por abajo” la curva de respuesta en frecuencia del primero- se encarga un filtro divisor de frecuencias basado en una topología acústica exclusiva.

En concreto, dicha topología responde a la denominación LKR, trabaja con una pendiente de corte notablemente abrupta (24 dB/octava) y, muy importante, está ejecutada con componentes habituales en cajas acústicas de High End –caso de las bobinas con núcleo de aire- para que la Diamond 12.4 exhiba un sonido ágil, transparente y libre de distorsión. La guinda la pone un elegante recinto que combina paneles de madera multicapa de alta rigidez con el innovador sistema de refuerzos internos “Sport Bracing” de Wharfedale, modelado mediante simulación por ordenador para minimizar la transmisión de resonancias y asegurar de este modo que la emisión de los altavoces se utilice única y exclusivamente para reproducir con la máxima precisión posible el sonido procedente del amplificador. 

 

Una vez más, Wharfedale impresiona por la solvencia de sus propuestas

Con una sensibilidad de 89 dB/W/m y una impedancia mínima de 5 ohmios, la Wharfedale es una caja acústica más bien fácil de atacar, siendo la única precaución a tomar al respecto el uso de un amplificador más bien potente si vamos a instalar nuestro equipo en una sala de dimensiones medianas a grandes. Para la presente prueba, combinamos la Diamond 12.4 con un giradiscos Pro-Ject Debut Carbon Evo, un reproductor de CD con funcionalidad DAC Marantz CD6007 y un amplificador integrado estereofónico Marantz PM6007, todo ello interconectado por In-Akustik.

Musicalidad a raudales es lo que nos depara la Diamond 12.4 tanto en analógico como en digital, destacando especialmente la extensión y pegada de la respuesta en graves durante la reproducción de discos de vinilo y la dulzura genuinamente británica de la zona alta. Todo ello sin desmerecer unas voces muy en su sitio que corroboran el cuidado puesto en el diseño electroacústico de dos vías y media utilizado y una capacidad dinámica que permite a la Wharfedale preservar su curva tonal subjetiva –la verdad es que el registro de 40-20.000, +/-3 dB suministrado por el fabricante da para mucho- a medida que aumentamos el nivel de volumen, hasta el punto de poder prescindir perfectamente (por lo menos en estéreo) de un hipotético subwoofer.