Considerada como una de las marcas más relevantes e icónicas de la historia de la Alta Fidelidad, la británica Wharfedale es un magnífico ejemplo de algo que sucede en todos los ámbitos: una de esas empresas que redefinen el sector al que pertenecen, empresas con una historia de apuesta por la innovación tecnológica que se remonta a sus orígenes.
De hecho, no exageramos si decimos que los equipos de reproducción musical que escuchamos hoy en día tienen contraída una deuda enorme con los desarrollos técnicos pioneros que Wharfedale ha llevado al mercado en su larga y fructífera trayectoria.
Todo empezó hace casi 90 años en la bodega de una casa
El punto de partida de Wharfedale se sitúa en 1932, concretamente la bodega de una casa situada en la localidad inglesa de Ilkley, Yorkshire, en el valle de Wharfe, donde su propietario, el melómano e ingeniero electrónico Gilbert Briggs, realizaba experimentos con lo que en aquel entonces era tecnología de vanguardia. Una inquietud que en 1933 se materializó en la “Wharfedale Wireless Works”, una modesta empresa que empezó a fabricar transductores electrónicos siguiendo una operativa muy “british”, como refleja la ayuda de Doris Edna Briggs, esposa de Gilbert, quien más tarde afirmó haber dedicado muchas noches a montar a mano y soldar los devanados de las bobinas móviles de los altavoces de las incipientes cajas acústicas Wharfedale.
Fue a finales de ese mismo año cuando se produjo un hecho que tendría una gran trascendencia en el futuro: la primera y la segunda posición obtenidas por las cajas acústicas de Gilbert Briggs en la competición anual de la Bradford Audio Society, un éxito que tuvo como recompensa el primer gran pedido para Wharfedale. A partir de ahí ya no hubo vuelta atrás. Tras la Segunda Guerra Mundial, durante la cual Wharfedale obtuvo jugosos pedidos como subcontratista para el gigante Marconi, Wharfedale asiste en primera persona al nacimiento de un nuevo mercado como consecuencia de los avances experimentados en el campo de la electrónica: el Audio en Alta Fidelidad. Un mercado en el que Wharfedale concentró su interés, poniendo a punto varios desarrollos tecnológicos de relieve con un producto fundamental: el primer sistema de altavoces de dos vías concebido expresamente para aplicaciones domésticas… ¡a pesar de que su filtro divisor de frecuencias externo requería dos personas para levantarlo!
El siguiente paso dado por Wharfedale también fue crucial para cimentar la reputación de la marca: la celebración de audiciones conjuntas con las también británicas Quad y Leak –otros dos nombres míticos del audio de todos los tiempos- en espacios tan emblemáticos como Festival Hall de Londres y el Carnegie Hall de Nueva York, en las que el público asistente tenía que descubrir si estaba escuchando música en directo o música grabada reproducida a través de cajas acústicas Wharfedale. Unas demostraciones que consagraron el reconocimiento global de la firma británica como fabricante de sistemas de altavoces excepcionales. A finales de la década de los 50’ de siglo pasado, Wharfedale fue vendida al gigante del ocio The Rank Organistion, iniciando una era muy fructífera en la que vieron la luz dos innovaciones de calibre: el uso, por ver primera, de imanes cerámicos y, en paralelo, la introducción de la “suspensión periférica en acordeón” –roll surround- en los conos de los altavoces. Había nacido la Wharfedale tal y como la conocemos ahora.
Modelos de leyenda que acercaron la música a miles de hogares
La conocida como generación de los “baby boomers” engendró una nueva categoría de cliente formada por profesionales que deseaban productos que no sólo sonaran bien, sino cuya estética también estuviese a la altura. Había llegado la era de las cajas acústicas de estantería, con modelos que, como las legendarias Linton y Denton, definirían el futuro de Wharfedale. Ya en la década de los 80’, Wharfedale continuó su apuesta por la tecnología más avanzada con la incorporación de la holografía láser, una sofisticada herramienta de análisis que permitía conocer con una precisión superior las interioridades de los altavoces y aportar de este modo una comprensión científica más profunda a la tecnología de las cajas acústicas.
En 1982 nace otra leyenda de la historia del audio doméstico: la Serie Diamond de Wharfedale, una gama cuyo éxito estuvo en buena medida cimentado en la adaptación de tecnologías desarrolladas para la caja acústica High End TSR102. Una adaptación materializada en la colocación de uno de los altavoces de la TSR102 y un sencillo tweeter de cúpula de seda en un recinto altamente compacto con puerto bass-reflex posterior, cuyo éxito comercial iba a convertirse en la columna vertebral de la propuesta de Wharfedale hasta el día de hoy. Así, a principios del tercer milenio, con la marca integrada en el potente International Audio Group (IAG) junto con las antes mencionadas Quad y Leak, Wharfedale rediseñó de nuevo la gama Diamond para crear la Diamond 8, equipada con lo último en tecnología –conos de Kevlar, por ejemplo- para ofrecer el no va más en Alta Fidelidad y Cine en Casa por un precio sin competencia.
Y así llegamos a la Wharfedale de nuestros días, cuyo espectacularmente amplio catálogo de cajas acústicas abarca desde gamas tan asequibles como la D300 y la Diamond 12 hasta otras tan exclusivas como la Elysian, sin olvidar esa maravilla del High End asequible que es la Serie EVO4 y la celebrada “conexión” con los orígenes de la marca, la Serie Heritage.
Cinco modelos para acercar la tecnología punta en audio a todos los públicos
La pertenencia de Wharfedale al International Audio Group implica poder acceder a una serie de recursos en I+D y capacidad de fabricación que permiten a todos y cada uno de sus modelos exhibir una relación calidad/precio sin parangón dentro de sus respectivas categorías. Por otro lado, al estar el diseño de los diferentes productos controlado por ingenieros británicos, la esencia de la marca es preservada en todo momento, con una continuidad conceptual ejemplar entre los diseños más clásicos y los más modernos.
*Linton: Comercializada en 1965, con Wharfedale ya integrada en The Rank Organisation pero todavía bajo la supervisión de Gilbert Briggs, su fundador, esta emblemática caja acústica de estantería de 2 altavoces y 2 vías (reconvertidas a 3 vías/3 altavoces en su versión actual) con recinto de madera natural incluía refinamientos técnicos tan significativos en su época como el uso de un recinto independiente (aunque montado dentro del recinto principal) para el altavoz de medios/agudos a fin de inmunizarlo de las vibraciones generadas por el woofer.
*TSR102: Un elegante monitor de 2 vías/3 altavoces de muy altas prestaciones que en su momento supuso la máxima expresión de la potencia tecnológica de Wharfedale y cuya adaptación al ámbito del gran consumo supuso la llegada al mercado de una gama de cajas acústicas que conformaría el futuro de la marca: la Serie Diamond original.
*EVO4.3: Una magnífica columna que acerca a un amplísimo número de potenciales usuarios algunos de los elementos tecnológicos y de diseño más representativos de la actual élite de Wharfedale, la fabulosa Serie Elysian… conos de Kevlar, altavoz de medios de cúpula, sistema de carga bass-reflex perimetral en la base, filtros divisores de frecuencias ejecutados diseñados con un programa informático exclusivo y, la guinda, una polivalencia extrema que asegura resultados óptimos en música y cine.
*Denton 85th Anniversary: Creada para celebrar el 85º aniversario de Wharfedale, este bello monitor de estantería de dos vías de corte clásico destaca por una construcción completamente artesanal con altavoces a la última, por la belleza de su acabado en caoba y la tradicional rejilla protectora con malla de tungsteno de Wharfedale, elementos todos ellos que lo convierten en una cuidada actualización del modelo original con el añadido de un sonido mejorado en términos de dinámica.
*Elysian 4: Máxima expresión del saber hacer de Wharfedale y probablemente la caja acústica más sofisticada jamás creada por la marca, esta imponente y estilizada columna presenta un concentrado de tecnología en los altavoces y el filtro divisor de frecuencias, calidad de fabricación, perfección de los acabados y, por supuesto, musicalidad difícil de encontrar por el precio al que es ofrecido.