En el año 2003, Sonus Faber lanzaba al mercado la que en aquel entonces se convertiría en su indiscutible obra maestra: la Stradivari Homage. Integrada en la gama de los denominados “Instrumentos Musicales” de la reputada firma italiana, que, por cierto, este año celebra su cuarta década de existencia, la Stradivari Homage reflejaba magistralmente, al honrar la memoria de Antonio Stradivari, los valores de una marca convertida ya en sinónimo de exquisitez estética, pasión por la calidad de los materiales y musicalidad desbordante. Aún así, los ingenieros de la compañía de Arcugnano se plantearon el reto de mejorar un producto que, 20 años después de su comercialización, preserva intacta su validez; hablamos, en definitiva, de lo que busca, y o siempre se encuentra, cuando se apuesta por la excelencia absoluta, es decir ,la atemporalidad.
La materialización de este reto se llama Stradivari G2, un bello ejercicio de estilo que, partiendo de un respeto escrupuloso del diseño original firmado por Franco Serblin, logra la cuadratura del círculo a través de la incorporación de audaces soluciones de ingeniería sin desnaturalizar la esencia de modelo original. Livio Cucuzza, el joven e imaginativo Jefe de Diseño de la marca transalpina, resumía un camino recorrido para que ello fuese posible: “¿Cómo podríamos recrear un producto que continúa resistiendo la prueba del tiempo y casi se ha convertido en un icono? Precisamente por estos dos motivos nos vimos en la necesidad de imaginar cómo llevar la Stradivari a la presente generación de Sonus Faber. En paralelo, quisimos asegurar que la nueva Stradivari representara todos los avances que Sonus Faber ha llevado a cabo en tecnología de audio hasta la fecha, preservando la estética y el tacto clásicos de la marca.”
Escena sonora “3D” y graves poderosos con recintos poco profundos: un desafío
La reproducción musical sin compromiso exige calidad y cantidad… de hecho, “sin limitaciones” en lo cuantitativo, preservándose intacto lo cualitativo. Una de las soluciones más efectivas de cara a conseguir una escena sonora de dimensiones idénticas a las de la interpretación original es utilizando paneles planos de grandes dimensiones.
Por desgracia, ello no acostumbra a ser factible para la inmensa mayoría de usuarios por una mera cuestión de espacio, mientras que desde el punto de vista técnico las soluciones válidas a nivel teórico han revelado no serlo en el práctico, al ser necesarios sistemas de transducción complejos (caso de los paneles electrostáticos de gran envergadura) que requieren electrónicas muy potentes si se desea hacerlos rendir al cien por cien. Cierto, se podrían reducir las dimensiones de los transductores en cuestión, pero luego perderíamos profundidad y contundencia de la respuesta en graves. Una solución interesante al problema planteado sería poner a punto una caja acústica equipada con transductores electrodinámicos en una configuración acústica/electroacústica que permitiera disponer de unos buenos graves sin sacrificar realismo tridimensional.
Pues bien: este objetivo se consiguió con la primera generación de la Sonus Faber Stradivari, cuyo estilizado y llamativo recinto acústico era resultado de las investigaciones personales de su creador, en su sana obsesión por desarrollar dispositivos de reproducción musical equiparables a instrumentos musicales. Así, en la citada caja acústica se adoptaba un perfil plano muy parecido al de un violín (“plano armónico del violín”) que desde el punto de vista acústico pretendía ser una aproximación muy precisa a una fuente acústica colocada en un plano infinito. En síntesis, la idea era generar ondas planas de la manera lo más parecida posible a la del denominado “bafle infinito” (un altavoz montado en un panel plano o bafle de dimensiones infinitas y por tanto sin necesidad de “cerrarlo” a fin de evitar el fatal cortocircuito acústico).
Stradivari G2: excelencia suprema corregida y ampliada sin “faltar” a original
Importantes retoques estéticos y tecnología a la última constituyen la carta de presentación de un conjunto de altavoces que encarna a la perfección los valores de Sonus Faber y cuya puesta a punto ha exigido, en línea con lo que comentábamos a principio, un esfuerzo imponente a su equipo de diseño, por cuanto se trataba de mejorar un producto que ha sabido resistir fantásticamente bien el paso del tiempo. Impolutamente construida y acabada en Italia y con una estética distinguida e inconfundible a partes iguales, la Stradivari G2 es una bellísima pantalla acústica de 3’5 vías/4 altavoces que llama la atención de inmediato por la forma pentagonal de la base de su recinto.
Un detalle fundamental fruto de una remodelación en profundidad de la geometría elíptica del modelo original, con el objetivo de afinar todavía más las proporciones de la escena sonora creada y lo que ello comporta en términos de experiencia de escucha. En paralelo, el interior se beneficia de una ingeniería decididamente superior a la del modelo original debido a la introducción de varias astucias altamente sofisticadas que beben de los progresos realizados por la firma de Arcugnano en las últimas dos décadas. La primera de dichas astucias es un ultrapreciso esquema de ajuste de la respuesta en graves que aporta un completo control al afinado de las octavas inferiores del espectro y, por tanto, a la adaptación caja-sala.
En segundo lugar, el uso de una imaginativa carcasa anti-resonante de forma orgánica en los woofers evita los modos de vibración generados por la membrana (cono) de los mismos, mientras que la revolucionaria tecnología Clepsydra permite incrementar la profundidad de los graves utilizando una innovadora configuración de puertos bass-reflex Stealth Ultraflex con emisión inferior y longitud limitada. A ello hay que añadir el “subrecinto” hermético InTono, cuyo cometido es maximizar la naturalidad de la zona media del espectro reduciendo simultáneamente el número y tamaño de los componentes del filtro divisor de frecuencias, este último basado en la combinación de la exclusiva topología circuital IFF y la filosofía “Phase Coherent” de Sonus Faber.
El sonido: calidez original intacta con presencia física y dinámica reforzadas
La compatibilidad de la Stradivari G2 con la conexión en bicableado (opción que no contemplaba el modelo original) invita a combinarla con una electrónica de amplificación específicamente pensada para ello, caso de la etapa de potencia híbrida “monofónica doble“ MC901 de la estadounidense McIntosh. Todo ello complementado por un preamplificador a válvulas con funcionalidad DAC McIntosh C2700, un previo de fono McIntosh MP1100, un giradiscos Brinkmann Spyder con cápsula de bobina móvil Ortofon MC Windfeld Ti y un “streamer” HiFi Rose RS150B, con el cableado confiado a Transparent Audio Ultra de 6ª Generación.
Pese a que nuestra pareja de Sonus Faber apenas se acaba de desprecintar, nos llama poderosamente la atención el carácter humano, tremendamente cálido, de su sonido por un lado y, por otro, dos elementos “técnicos” de gran calado: una respuesta en graves fantástica (hasta 25 Hz según el fabricante) acompañada por una pegada genuinamente “digital”. Por su parte, el plus en dinámica incrementa la “expansividad”, sin romper sus proporciones, de una escena sonora en la que los intérpretes están perfectamente posicionados en el lugar que les corresponde gracias a los buenos oficios de un filtro divisor de frecuencias muy depurado en lo técnico, pero con un ADN genuino e irrenunciablemente musical.