
Nada como la longevidad en el mercado a la hora de demostrar lo acertado de la concepción de un producto, máxime si dicho mercado es tan competitivo como el del audio de alta calidad. Pero así es con el RPM 10 Carbon de la austriaca Pro-Ject, un giradiscos que ejemplifica como poco todas y cada una de las teorías y soluciones de ingeniería que hay detrás de un lector de discos de vinilo perfecto… o casi. En el RPM 10 Carbon, Pro-Ject lleva hasta su máxima expresión su concepto RPM, que durante muchos años fue el no va más de la marca en prestaciones absolutas, redefiniendo en paralelo el concepto de relación calidad/precio aplicado a los lectores de vinilos High End.
Una relación calidad/precio que se ha mantenido intacta con el paso del tiempo gracias a la progresiva incorporación de innovaciones en componentes y sistemas clave, como consecuencia de la mejora continuada de los procesos de fabricación y la apuesta por el uso de materiales avanzados que caracterizan a Pro-Ject. El resultado es ese control absoluto de las resonancias que permite definir una sustentación perfecta para la lectura de discos de vinilo, objetivo último de todo tocadiscos y que el RPM 10 Carbon consigue con una maestría y una autoridad indiscutibles.
Lectura de discos de vinilo: objetivos a lograr y jerarquías a respetar
La primera pregunta que hay que hacerse cuando hablamos de este tipo de fuente analógica es cuál debe ser el cometido del producto en cuestión. Pues bien: en esencia, dicho cometido no es otro que garantizar una plataforma perfectamente estable y aislada de su entorno circundante a fin de que la lectura del surco de los discos de vinilo se lleve a cabo sin interferencias externas y con la máxima precisión posible. Esto significa que cualquier refinamiento técnico en materiales e ingeniería encaminado a lograr el objetivo mencionado será bien recibido: suspensiones, construcción del plato, estructura y composición del chasis, ubicación del motor y los pies de desacoplo con algunos de los elementos clave a considerar. Como es fácil adivinar, todo se puede “complicar” hasta el infinito, con fuentes de alimentación separadas, ajustes electrónicos de la velocidad de giro, volantes de inercia, bases aislantes dedicadas, muebles con baldas dedicados, cables de fono altamente especializados en el caso de que tengamos tal opción y un largo etcétera.
Esto en lo que concierne a la totalidad del conjunto, porque luego hay que prestar idéntica atención a los dos ingredientes fundamentales que lo complementan: el brazo de lectura y la cápsula fonocaptora. Llegados a este punto, bien está saber que, nos movamos en la categoría de precio en la que nos movamos, en este apasionante universo hay una particular jerarquía que respetar, sobre todo a medida que vayamos ascendiendo en nivel de exigencia y queramos emplear realizaciones de marcas distintas. Así, lo primero de todo es el tocadiscos en sí, formado por la carcasa, el plato, el soporte (no siempre lo hay) del mismo o “subplatter” y el motor (que puede estar o no integrado en el mismo recinto). A continuación viene el brazo de lectura, de importancia fundamental por cuanto de su ingeniería y de su correcto ajuste dependerá el perfecto aprovechamiento del dispositivo encargado de explorar el surco del vinilo, y captar toda la información contenida en el mismo: la cápsula fonocaptora. De hecho, visto desde otra perspectiva podría decirse que la idea clave es preparar un entorno de trabajo óptimo teniendo bien claro que la jerarquía a respetar es siempre giradiscos-brazo-cápsula y no cápsula-brazo-giradiscos.
RPM 10 Carbon: un enfoque metódico en diseño de fuentes analógicas
En la particular operativa de Pro-Ject, el lector de discos de vinilo perfecto es aquel en el que se controlan todas las partes susceptibles de influir en la captación de la señal musical por el conjunto de lectura, que se materializan en resonancias de menor o mayor calibre. Se trata, pues, de diseñar soluciones que ayuden a evacuar (idealmente, suprimir de raíz) dichas resonancias con la mayor efectividad posible, usando la mezcla de materiales y esquemas apropiada en función del presupuesto disponible. En el caso del RPM 10 Carbon, protagonista del presente Blog, estamos ante la nueva evolución del celebrado modelo RPM 10, auténtico clásico de la propuesta de Pro-Ject y un producto extremadamente logrado. Así, mantiene la inconfundible base con geometría de lágrima (muy superior en términos de gestión de las resonancias que la rectangular), aunque con aportaciones sustanciales que se plasman en el uso de una robusta placa de MDF con mecanizado especial y bolitas de acero revestidas de resina con el fin de obtener una construcción en sandwich extremadamente pesada y precisa que es adicionalmente reforzada por la opulenta Ground it Carbon suministrada de serie.
Por otro lado, un complejo tratamiento térmico especial y un revestimiento de fibra de carbono en la superficie aseguran una reducción sustancial de las resonancias en las frecuencias inferiores del espectro, mientras que la totalidad de la sustentación se desacopla de la zona superior del mismo mediante el uso de pies magnéticos que hacen que la totalidad del conjunto prácticamente “flote”. Junto a un opulento -¡7’2 kilos de peso!- plato de aluminio pulido especial con amortiguamiento interno de TPE, que lo neutraliza en términos acústicos, y una capa de vinilo en su zona superior, el cojinete invertido con bola de cerámica y eje de acero inoxidable principal del RPM 10 Carbon proporciona a este último una velocidad de giro extraordinariamente estable con un ruido extremadamente bajo.
Asimismo, el bloque que alberga el motor de tracción combina una masa muy elevada con una circuitería de gestión de alta precisión y una correa de composición especial, a la vez que incorpora un conmutador la velocidad de giro entre 33 y 45 rpm. El bloque motor también integra un generador de corriente eléctrica continua/alterna electrónico (Speed Box) que limpia el ruido inherente a la señal alterna, añadiendo estabilidad adicional a la rotación y mayor resolución a la lectura. Otro de los aspectos sobresalientes del Pro-Ject es la presencia del brazo de lectura cc EVO de 10 pulgadas (254 mm) de la marca austriaca, con tubo de fibra de carbono y diseño con cojinete invertido y de este modo ofrecer una rigidez y un amortiguamiento interno extremos. Asimismo, en el interior encontramos un cableado de cobre de alta pureza y elevada flexibilidad que asegura la compatibilidad con prácticamente cualquier cápsula de imán móvil o bobina móvil disponible en el mercado, pese que el RPM 10 Carbon se puede adquirir opcionalmente con una Ortofon MC Cadenza Red preajustada en fábrica.
Un sonido extraordinariamente líquido, definido, espacioso y enérgico
Probamos el RPM 10 Carbon (equipado con un transductor de bobina móvil Ortofon MC Cadenza Blue) con un amplificador integrado estereofónico McIntosh MA8950 y una pareja de cajas acústicas híbridas MartinLogan Impression ESL 11A. En lo que concierne al cableado, seleccionamos un Transparent Ultra de 6ª Generación para la conexión cajas/amplicador y el 5P Connect it Phono CC de Pro-Ject (que se suministra de serie con el RPM 10 Carbon) en la unión entre el amplificador y el Pro-Ject.
La escucha de un amplio repertorio de grabaciones pertenecientes a todo tipo de géneros musicales no deja ninguna duda sobre la capacidad del RPM 10 Carbon a la hora de extraer con una elegancia sublime incluso sutiles informaciones ocultas en los surcos de los discos de vinilo. De entrada, impresiona el silencio exhibido por el Pro-Ject, un silencio que junto a la estabilidad extrema de la velocidad de giro da como resultado una dinámica sensacional virtualmente libre de distorsión y de una presentación espacial muy estable y convincente. A ello hay que sumar una precisión tonal extrema que se materializa en una curva tonal subjetiva extremadamente agradable al oído y, en definitiva, fantásticamente musical.