
En octubre de 2015, hace casi una década, publicamos en este mismo espacio un Blog sobre el que en aquel entonces era el heraldo de la gama “top” de Pro-Ject en giradiscos: el Signature 12. Desde entonces, la empresa fundada en 1991 por el carismático Heinz Lichtenegger no ha dejado de invertir en tecnología a gran escala, empezando por la investigación pura y dura terminando con los procesos de fabricación, sin dejar de lado la selección de los mejores materiales o algo en principio tan poco tratado en el ámbito de los lectores de vinilo como la conectividad.
La aplicación minuciosa al Signature 12 de este conocimiento acumulado ha tenido como resultado el Signature 12.2, un auténtico dechado de excelsitud que permitirá a los entusiastas del decano de los soportes de audio de alta calidad redescubrir sus grabaciones favoritas. Y esto es así porque el flamante buque insignia de las fuentes analógicas de Pro-Ject incorpora mejoras sustanciales en subsistemas de influencia crucial en el sonido, desde los rodamientos del brazo hasta los pies/conos de desacoplo de construcción antirresonante ajustables en altura, pasando por la estructura del contrapeso, los relucientes bloques de aluminio que alojan los dos motores de tracción y las esquinas redondas del chasis. De ahí que, visto en su conjunto, el Signature 12.2 nos parezca una lección magistral de ese control de las resonancias que constituye la esencia de la filosofía, casi con rango de dogma de fe, de Pro-Ject.
Crear un giradiscos de referencia: un reto “fácil” para una marca como Pro-Ject
En su condición de compleja obra de ingeniería mecánica que es, en cierto modo una especie de mecanismo de relojería en el que cada elemento debe funcionar con una precisión extrema para que el todo supere la suma de las partes, un giradiscos de auténtica referencia sólo es posible si existe un compromiso absoluto en términos de concepción y ejecución. Dejando aparte las vertientes eléctrica y electrónica, atender con éxito la misión prioritaria de un lector de vinilos implica afinar en el ámbito de la mecánica, cuyo grado de sofisticación irá in crescendo a medida que aumente la dosis de exigencia de cara al producto final.
Hablamos, pues, del plato propiamente dicho, el chasis, el sistema de giro de aquél, el brazo de lectura y su mecanismo de giro, el “subplatter” (en caso de que lo haya), el motor y el receptáculo que lo alberga, los diferentes dispositivos de aislamiento y/o absorción de vibraciones (del plato, del motor, del conjunto en su totalidad) y cualquier dispositivo extra encaminado a reforzar los que acabamos de mencionar. Sobra decir que la aristocracia en ingeniería debe ir de cogida de la mano con de los compuestos empleados, implicando la puesta a punto de los mismos una serie de técnicas que no están al alcance del grueso de fabricantes salvo que estén dispuestos a pagar una fortuna por ello.
De las contadísimas empresas capaces de acceder al conglomerado de recursos que acabamos de mencionar, la austriaca Pro-Ject es, gracias a la potencia de sus recursos humanos y mecánicos, de las pocas habilitadas para hacerlo, de tal modo que incluso es posible mantener bajo control el precio de un modelo de altos vuelos. Pues bien: esta es la lección que nos enseña el protagonista del presente Blog, el Signature 12.2.
Un nivel de refinamiento a la altura de un producto extraordinario sin paliativos
El adalid del número uno mundial en ventas de lectores de vinilos es una espectacular realización que se aprovecha de múltiples avances técnicos puestos a punto durante los últimos años para ofrecer unas prestaciones que superan claramente las de su elogiado predecesor, el Signature 12. En su condición de modelo sin compromiso, representa, adoptando el ampliamente contrastado principio de la tracción por correa, lo último en tecnología, materiales y acabados, hasta el punto de ser fabricado enteramente a mano por los profesionales más experimentados de Pro-Ject.
Una idea de la exigencia involucrada la da el hecho de que la totalidad de partes metálicas, de número superior a 100 y mecanizadas con CNC, son fabricadas en las instalaciones de la firma centroeuropea y pulidas manualmente, necesitándose 2 días para completar cada unidad de este sensacional giradiscos. También habría que destacar el uso de un chasis de MDF de alta masa, con esquinas redondeadas y libre de espacios huecos dotado de una lujosa terminación que requiere un total de 10 capas de pintura. A ello se suma un subchasis de aleación de aluminio con tratamiento antirresonancias y desacoplo vía TPE sobre el que descansan el plato y el brazo de lectura, separándose ambos del chasis principal y los motores.
En lo que respecta a la fundamental estructura responsable de la rotación, combina un opulento plato de aluminio de 10’5 kilos (con vinilo reciclado pegado a su zona externa para aportar neutralidad acústica extra) que gira sobre un cojinete invertido con una bola de cerámica en su punta (solución que asegura una fricción mínima) y un soporte magnético, a fin de reducir a su mínima expresión los ruidos asociados a la rotación y las resonancias. Otro elemento clave, el brazo de lectura, se ha beneficiado asimismo de un cuidado excepcional. De 12” (longitud efectiva de 304’8 mm) y en “J”, ha sido objeto de varias innovaciones en el contrapeso y el dispositivo antideslizamiento (“anti-skating”), incluyendo el primero de ellos una fina rosca para aumentar la suavidad del ajuste de la fuerza de apoyo.
Mientras tanto, en el segundo, se utiliza un elaborado esquema adaptativo que refleja con una precisión extrema la fuerza requerida entre los surcos interiores y exteriores del disco. Sin embargo, el cambio realmente significativo está en la construcción interna del brazo, que ha pasado de ser unipivot a un esquema pivotante de tres puntos cuyo alineamiento permite una reducción adicional de la fricción y mejorar la estabilidad, exhibiendo unas prestaciones globales que ganan por goleada a las ofrecidas por cualquier solución de ingeniería precedente empleada por Pro-Ject.
Del Signature 12.2 hay que subrayar asimismo otra característica relevante: el uso dos motores (alimentados por un generador de corriente alterna excitado por corriente continua y controlados electrónicamente) ubicados en sendos bloques de aluminio y un imponente volante de inercia situado entre ambos, refinamiento este último que aporta una enorme regularidad a lectura del disco, absorción extrema de las vibraciones y que potencia el atractivo visual del conjunto. Este fabuloso lector de vinilos se completa con robustos pies de sustentación ajustables con puntas cónicas que incluyen muelles de alta robustez en su interior para lograr un desacoplo perfecto de la superficie sobre la que descansa.
La escucha: un torrente de sutilezas que insufla vitalidad extrema a la música
Probamos el Signature 12.2 (equipado con nuestra admirada cápsula de bobina móvil Ortofon Windfeld Ti) con un conjunto de electrónicas Rotel Michi formado por un preamplificador P5 Series 2 y una pareja de etapas de potencia monofónicas M8 y complementado por una pareja de cajas acústicas Wilson Audio Sasha V. Respecto al cableado, Pro-Ject Connect it Phono DS 5P para el giradiscos y Transparent Ultra de 6ª Generación para el resto. ¿El resultado? ¡Pues es bien fácil de imaginar! ¡Soberbio en grado sumo, hasta el punto de que cuesta percibir carencias en realismo sonoro a esta excepcional máquina de hacer música!
Particularmente soberbia nos ha parecido la composición de la escena sonora, en la que es relativamente fácil identificar la posición de los diferentes instrumentos incluso en los registros firmados por formaciones orquestales de gran calado. La capacidad de análisis de microinformaciones es simple y llanamente quirúrgica sin que tal calificativo desvirtúe un sentido del ritmo, y lo mismo sucede con la dinámica y la aireación. En cuanto al equilibrio tonal, es simple y llanamente perfecto por cortesía de una suavidad y una “relajación” sobresalientes en la rotación motivada por el uso simultáneo de dos motores y un volante de inercia (“flywheel”). En síntesis, es el Signature 12.2 una fuente analógica maravillosa que además se “deja comprar” (¡corftesía de Pro-Ject!) si consideramos la muy elitista/exclusiva categoría a la que pertenece.