
Prestaciones soberbias, precio increíble, seducción asegurada
Creemos que nuestra reconocida condición de defensores de primera hora del audio digital de alta calidad nos permite decir que, pese a su manifiesta incomodidad y tosquedad, un buen disco de vinilo (bien grabado y bien prensado) sigue siendo capaz de ofrecer un sonido que se sitúa a años luz de su homólogo sobre soporte CD o Blu-ray Disc y no digamos ya en DVD estándar o MP3, WMA y compañía. Incluso de un buen registro en FLAC “HD” o DSD.
Estamos hablando de calidez, riqueza de armónicos, transparencia y extensión de la respuesta en graves, claro. No vamos, y menos a estas alturas, a insistir en todos los motivos, pero bien está recordar algunos de ellos: carácter analógico, realmente “continuo” del soporte y el dispositivo transductor (la cápsula fonocaptora) empleados, curva de repuesta en frecuencia sin limitaciones forzosas en el proceso de grabación y madurez de los elementos tecnológicos utilizados (mecánicos, electromecánicos, electrónicos) en toda la cadena de grabación y reproducción. Sí, ya sabemos que la separación entre canales es limitada y que ni la dinámica ni la comodidad de uso pueden compararse con las de una grabación digital mínimamente decente, por no hablar del habitualmente demoledor desgaste físico sufrido por los vinilos por poco que no se los cuide con un mimo casi enfermizo. Aún así, para cualquiera que de verdad ame la música, o para un aficionado nacido en plena era digital que sienta curiosidad por los ingenios del pasado, no cabe la menor duda de que el sonido de un buen vinilo es poco menos que fascinante. De hecho, para quien su única fuente de música sea internet con archivos comprimidos, la experiencia podrá ser incluso demoledora… siempre y cuando, por supuesto, la música le guste de verdad.
Una propuesta insuperable para dejarse seducir por el vinilo
Vaya por delante una de las maravillas del audio analógico: como aquí los matices son teóricamente infinitos, cualquier elemento, por insignificante que pueda parecer, influye en el sonido. Esto quiere decir que, por ejemplo, si nos situamos en el nivel superior de los lectores de vinilos, es decir, los giradiscos, nos encontramos con máquinas que cuestan auténticas fortunas y sin embargo siguen manteniendo esta condición de elementos que marcan la diferencia.

Así a bote pronto, el Pro-Ject Essential II es un sencillo, elegante y muy asequible giradiscos (279 euros con cápsula incluida) con tracción por correa que tiene su principal virtud en su irreprochable calidad constructiva y el uso de soluciones de corte purista en sus elementos clave. Insistimos: soluciones de corte purista/perfeccionista en un producto al alcance de todos. Sin lujos, pero con un atractivo físico innegable gracias al minimalismo de su diseño y lo irreprochable de sus acabados. Equipado con un plato de MDF (opcional metraquilato ) de 3 centímetros de grosor concebido para minimizar potenciales resonancias, el Essential II incluye un motor síncrono tan sencillo como silencioso controlado por corriente continua –otra de las típicas “innovaciones inteligentes” de Pro-Ject- que le permite maximizar tanto la dinámica (al incrementar la relación señal/ruido) como la neutralidad tímbrica. A ello ayuda un sistema de giro que combina cojinetes de acero inoxidable, receptáculo de bronce y zona inferior de Teflon, una solución altamente efectiva a la hora de conseguir la fundamental estabilidad de rotación –las velocidades de giro disponibles son 33 y 45 RPM- requerida para capturar los matices contenidos en los surcos de los vinilos.
Otro elemento técnico sobresaliente del Essential II, que, por cierto, descansa sobre una base fabricada en aglomerado ligero de alta rigidez soportada por pies de desacoplo especiales, es el brazo de lectura que incorpora, un diseño de 8’6 pulgadas (con longitud efectiva de 218’5 mm) originario de Pro-Ject. Una pieza de ingeniería mecánica excepcionalmente precisa y absolutamente inusual en un giradiscos de precio tan competitivo ya que está fabricado a partir de una única pieza de aluminio cuyo sistema de giro está equipado con cojinetes de zafiro. Se trata de un brazo muy versátil que permite al Essential II aceptar un amplio espectro de cápsulas fonocaptoras, a la vez que la inclusión de serie de una cápsula de imán móvil (MM) Ortofon OM5e y cables de conexión terminados en conectores RCA bañados en oro incrementa todavía más su valor. En fin, poco más se puede pedir… y, sin embargo, el Pro-Ject Essential II da todavía más en forma de un sonido alegre, vivaz y controlado que se hace querer de inmediato.
“Plug & Play” para descubrir de golpe la mejor Alta Fidelidad
No nos cuesta mucho encontrar compañeros adecuados para el Essential II pese a que las posibilidades que nos brinda este desacomplejado giradiscos a la hora de protagonizar cualquier equipo estereofónico son más que generosas. La única limitación por decirlo de algún modo, la pone el amplificador por cuanto necesitamos disponer de un modelo que incluya una sección de fono decente. Y ahí entra en juego uno de nuestros “descubrimientos” más recientes: el PM6005 de Marantz, cuya circuitería de fono (sólo para cápsulas MM) lleva la impronta de la marca y, por tanto, garantiza el pleno aprovechamiento de las espectaculares posibilidades del Pro-Ject. Como cajas acústicas optamos por las siempre solventes V4i de Tannoy y para el cableado los infalibles diseños de van den Hul, concretamente el The Name en Línea, el The Isis en Fono y el D-352 Hybrid en cajas. En fin, ingredientes asequibles y de calidad que forman un todo fantástico.
Como siempre, nos tomamos nuestro tiempo para evaluar/disfrutar el Essential II y, sinceramente, a medida que vamos escuchando temas musicales pertenecientes a los géneros más variados nos damos cuenta del nivel de coherencia existente entre los resultados obtenidos y las ideas de quienes diseñaron el versátil Pro-Ject. Por ejemplo, en la escucha de grandes masas orquestales la separación entre instrumentos se lleva a cabo con una naturalidad y una relajación excepcionales, hasta el punto de que uno se maravillaba de descubrir la envergadura de la escena sonora creada por una combinación tan discreta en lo formal. Tres cuartos de lo mismo percibimos con la escucha de piezas de jazz y rock. Aquí, la transparencia elegante, es decir, no quirúrgica, guía la restitución de piezas en las que los contenidos armónicos extremos están muy presentes.
Evidentemente, en algunos párrafos especialmente críticos encontramos limitaciones, pero siempre bajo control, con un nivel de ruido de fondo (y con algunas grabaciones, incluso la dinámica) casi “digital” y, sobre todo, esa alegría y esa resolución que siguen constituyendo principalmente la seña de identidad de un formato siempre actual.