
El protagonista del presente Blog es uno de esos poquísimos componentes de audio que merecen el calificativo de míticos y atemporales. ¿Por qué? Por una musicalidad extraordinaria y, a la vez, accesible desde el punto de vista financiero: el minimonitor LS3/5A. Un clásico del audio cuyas especificaciones originales fueron establecidas por el departamento de I+D de la prestigiosa televisión pública británica BBC en un proyecto iniciado en 1972, por un equipo dirigido por Dudley Harwood y Spencer Hughes. Acorde con el espíritu purista que la acompaña desde su fundación, la igualmente británica Musical Fidelity acaba de lanzar al mercado su “interpretación” de un singular sistema de altavoces, cuya fuerte “personalidad” fascina por igual a melómanos, audiófilos e ingenieros de grabación.
Sonido y musicalidad: un dilema permanentemente actual
La valoración de la calidad tonal subjetiva es una disciplina muy importante, hasta el punto de que, pese a disponer desde hace ya décadas de un conocimiento crítico de los numerosos factores técnicos que afectan al sonido, es virtualmente imposible separarlos o filtrarlos. O, por lo menos, lo suficiente para que nos proporcionen definiciones precisas de las diferentes asociaciones posibles entre los parámetros objetivos y subjetivos vinculados a la reproducción del mismo. Por ejemplo, es posible obtener dos valoraciones para el balance global de frecuencias de una caja acústica determinada, y en este contexto la palabra “balance” tiene una particular relevancia. Un crítico especializado puede describir el resultado final como “falto de graves”, mientras que el siguiente hablará de “brillo en los agudos”. El micrófono de medida no tiene ningún problema en efectuar la identificación correcta, aunque no considera esa percepción humana que busca un balance.
De hecho, en este último contexto las dos críticas son correctas, puesto que en un programa el exceso de agudos es a menudo percibido en la forma de una falta de balance o de peso en la zona baja y en otro el error en los agudos es reconocido directamente. Para el diseñador hay, en consecuencia, dos opciones interesantes: por un lado, podría reajustar los agudos, cabiendo no obstante la posibilidad de que todo acabara siendo menos satisfactorio, quizá debido a deficiencias en la zona media. Alternativamente, podría intentar mejorar la respuesta a las frecuencias bajas y de este modo contribuir a la recuperación del balance global. Si la gama alta se percibe demasiado “apagada”, entonces el conjunto puede sonar demasiado cálido, velado y amortiguado, careciendo de aire alrededor de los instrumentos y de atmósfera. Si, por el contrario, los agudos se perciben con un exceso de brillo, el resultado igual es más definido, quizá atractivo en los párrafos percusivos, añadiendo en paralelo un efecto “nasal” a las voces y a la vez imprimiendo una coloración excesiva y un énfasis sibilante, con las segundas igualmente demasiado próximas.
En el caso concreto de la reproducción estereofónica, la sensación de profundidad en la imagen creada es generalmente perjudicada cuando el nivel de agudos es demasiado alto. Por desgracia, un poco de brillo en la parte alta ayuda a contrarrestar la falta de definición y claridad en la gama media, por lo que no pocos ingenieros recurren a este poco recomendable atajo para realzar sólo superficialmente las prestaciones. La conclusión de todo lo dicho es muy simple: poner a punto una caja acústica que verdaderamente respete íntegramente la complejidad tonal de la música no es cosa fácil; de ahí el aura de leyenda que rodea a las realizaciones que satisfacen este a menudo innegociable objetivo.
Musical Fidelity LS3/5A: una simplicidad formal engañosa
Y, en efecto, el término leyenda encaja magníficamente a la “reinterpretación” del mítico monitor LS3/5A recientemente firmada por Musical Fidelity, un delicioso producto que, en concordancia con lo que decíamos en la introducción del presente Blog, se basa en unas especificaciones establecidas hace más de 50 años por el departamento de investigación y desarrollo de la prestigiosa Corporación Británica de Radiodifusión, más conocida por sus siglas BBC (British Broadcasting Corporation). Originariamente concebida para llevar a cabo sesiones de escucha en entornos profesionales donde el espacio es limitado, caso de las salas de control móviles para televisión, la LS3/5A partió de unos estrictos requisitos técnicos encaminados a lograr una curva de respuesta en frecuencia perfectamente lineal hasta 100 Hz, con una musicalidad extrema.
Gracias al uso de un recinto cerrado (funcionamiento en suspensión acústica) y una configuración de 2 vías/2 transductores particularmente cuidada en términos de transductores y filtro divisor de frecuencias, la versión del mencionado monitor firmada por Musical Fidelity convence de inmediato por la limpieza y la rapidez de su restitución, destacando por encima de todo el nivel de detalle y el realismo de la zona media. No exageramos si decimos que en gran medida es la estudiada complejidad de la circuitería de filtrado (que ya en el prototipo original de la BBC se materializaba en los nada menos que 13 componentes que incorporaba) la principal responsable de las sensacionales prestaciones de esta versión de la LS3/5A, aunque sin menospreciar el “midwoofer” con cono de material sintético de 110 mm de diámetro y el tweeter de cúpula de 19 mm. Respetando la motivación de la idea original, se recomienda situar la Musical Fidelity (que, por cierto, está íntegramente construida en la Unión Europea) a una distancia comprendida entre 2 y 4 metros del oyente para una escucha óptima.
La escucha: una precisión tonal y una calidez fuera de lo común
Las particulares características técnicas de este minimonitor, sobre todo su baja sensibilidad, hacen que sea recomendable probarlo con una electrónica dotada de una buena capacidad dinámica (aunque no en entrega de corriente, ya que la impedancia nominal la LS3/5A es de 15 ohmios, un valor “cero conflictivo” al respecto), independientemente del tamaño de la estancia en la que vayamos a efectuar la escucha. De ahí nuestra decisión de asociarlo al fantástico amplificador integrado estereofónico EVO300 Hybrid de la holandesa PrimaLuna y la fuente el flamante reproductor de música en red 9000N de Audiolab, cableándolo todo con In-Akustik.
De fascinante habría que calificar la impronta musical de la pequeña Musical Fidelity, en especial por el carácter líquido, fluido, “fácil”, de su propuesta desde el punto de vista armónico/tonal, hasta el punto de que con grabaciones en que las octavas inferiores del espectro no tienen una relevancia crítica, la curva tonal subjetiva es increíblemente agradable (el medio-grave es sencillamente delicioso), en realidad impactante si tenemos en cuenta, insistimos en ello, el tamaño del recinto. Es evidente que los creadores del concepto original que hay detrás de esta caja acústica trabajaron duro para extraer el máximo jugo a los transductores y, en paralelo, armonizar hasta el infinito el conjunto formado por los mismos, habiendo conseguido los ingenieros de Musical Fidelity a base de pasión e inteligencia una meta que a priori parecía imposible: “rizar el rizo” en calidez.