El presente Blog está consagrado a una caja acústica absolutamente novedosa de la mítica firma británica Mission, una de las marcas que han ayudado decisivamente a cimentar ese “ecosistema” llamado “British Audio”, lo que significa que no es la actualización de ningún modelo previamente existente. Ultracompacta y con una estética que bebe de las brillantemente reimaginadas 700 y 770, la 750 es un ejemplo de libro de texto de lo que se entiende por monitor de estantería, en este caso apoyada por estudiados avances técnicos sin renunciar a su personalísima estética vintage.
Con una configuración bass-reflex de 2 vías/2 altavoces y una heterodoxa disposición de transductores destinada a optimizar la creación de amplias escenas sonoras, este increíblemente musical minimonitor con espíritu democrático resume su razón de ser con estas palabras del máximo responsable del equipo la ha hecho posible: “Una caja acústica de estantería (o montaje sobre soportes) naturalmente expresiva que contradice su compacto tamaño. Las técnicas y tecnologías a las que se ha recurrido para crear la 750 son punteras, pero, como siempre en Mission, destinadas en exclusiva a capturar el poder emocional de la música.”
Minimonitores y musicalidad: la importancia de los pequeños detalles
Las cajas acústicas de dimensiones muy pequeñas, conocidas en el lenguaje popular como monitores de estantería, monitores compactos o minimonitores, siempre han gozado de una gran reputación entre los consumidores… y no sólo de aquellos que valoran la componente estética/práctica inherente a un tamaño “no invasivo” en términos de espacio/decoración, sino incluso de un nada desdeñable número de audiófilos puristas. Una aparente contradicción, cierto, porque, por regla general, recinto reducido equivale a respuesta en graves y capacidad de manejo de potencia limitadas.
En definitiva, una curva de respuesta en frecuencia recortada por su zona inferior y dificultad para reproducir música a niveles de presión sonora realistas sin distorsión audible. Sin embargo, los minimonitores bien diseñados exhiben una precisión tonal envidiable en las zonas media y alta del espectro, amén de una espacialidad que en las realizaciones más depuradas es perfectamente asimilable a ese ideal teórico en el campo de la electroacústica que es la fuente sonora puntual. Las buenas noticias no se terminan aquí, porque la disponibilidad de transductores de dimensiones modestas equipados con motores magnéticos muy potentes, y, por tanto, que pueden mover cantidades de aire respetables, al ser capaces de realizar grandes desplazamientos, compensa en buena parte las dos limitaciones antes apuntadas.
Si a ello añadimos un filtro divisor de frecuencias que armonice las características de los transductores empleados, que por regla general suelen ser un tweeter y un “midwoofer”, los resultados pueden llegar a ser increíblemente satisfactorios. ¡Y no digamos ya si existe la posibilidad de cambiar la mesa, estante o biblioteca de turno por un soporte de suelo hecho a medida!
Mission 750: una logradísima reinterpretación de las fantásticas 700 y 770
El protagonista de este Blog encaja espléndidamente con la idea de minimonitor de estantería gracias al talento de una marca, la británica Mission, que en las décadas de los 80’ y los 90’ del siglo pasado desempeñó un papel crucial en la popularización de sistemas de altavoces que resultaban fáciles de acomodar en prácticamente cualquier espacio doméstico, estando a la vez equipados con una ingeniería que les permitía exhibir un sonido extraordinariamente musical. La exitosa puesta al día de la mencionada 700 y la más compacta 770, con lo que ello comporta en introducción de avances significativos en materia de altavoces, filtros, recinto, fabricación y acabados, ha hecho que Mission pueda proponer la 750.
Estamos ante un modelo extremadamente compacto (216 mm de ancho por 355 mm de alto y 270 mm de profundidad) que, al contrario de sus hermanas mayores, no es la “reinterpretación” de una realización del pasado, pero, en paralelo, posee una estética que encaja perfectamente con la de estas últimas. Al igual que en la 700 hay que destacar un elemento singular: la ubicación de los altavoces que incorpora, por cuanto al contrario de lo que suele ser la norma, el de agudos está situado debajo del de medios/graves. Esta configuración responde al nombre “Inverted Drive Geometry” (Geometría de Transductores Invertida) o IDG y tiene por objeto situar al “midwoofer” más cerca de la altura del oído con el tweeter debajo, igualando los centros acústicos de uno y otro de modo que las ondas sonoras coincidan en la cabeza del oyente, mejorándose la imagen estereofónica y, como consecuencia de ello, la coherencia y transparencia sonora globales.
Pasando a la esfera electroacústica, apuntemos en primer lugar que el transductor de medios/graves monta un cono de polipropileno (material en el que Mission fue pionera) de nueva factura de 135 mm de diámetro, relleno de minerales, a fin de incrementar su rigidez y conseguir unos graves más rápidos, profundos y firmes con el apoyo de una configuración bass-reflex con puerto posterior. A ello contribuyen decisivamente un motor magnético hecho a medida, un chasis de metal fundido y una suspensión periférica de nitrilo de baja densidad, cuya unión con el diafragma ha sido minuciosamente estudiada con el objetivo de obtener una adaptación de impedancias perfecta y reducir reflexiones procedentes del contorno del cono. Por su parte, el tweeter monta una cúpula de microfibra ultraligera de 28 mm y respuesta ultrasuave, reforzada por una cámara posterior que sitúa su frecuencia de resonancia fundamental muy por debajo de la región de corte.
Un papel crucial en el comportamiento de la 750 lo desempeña sin lugar a dudas el filtro divisor de frecuencias, puesto a punto con ayuda de técnicas de medida y mapeado basado en software de Mission, y en el que destaca la presencia generalizada de trayectos de señal ultracortos y componentes “premium” (condensadores de polipropileno, bobinas con núcleo de aire). Finalmente, el recinto (se dispone de un soporte de suelo opcional) incluye refuerzos internos dispuestos estratégicamente y está construido con paneles de MDF de alta densidad y aglomerado pegados entre sí por una capa de adhesivo amortiguante. A modo de conclusión: estamos ante otro logo irreprochable y el añadido de una clara vocación democrática del equipo de ingenieros liderados por el prestigioso Peter Comeau.
Precisión y lucidez con unos graves que desafían las dimensiones del recinto
Probamos las 750 con un conjunto formado por la electrónica “todo en uno” Audiolab Omnia y un giradiscos Pro-Ject Debut PRO con su cápsula de imán móvil (MM) dedicada, todo ello interconectado por In-Akustik. Pese a la tentación de ubicar las 750 sobre sus soportes de suelo a medida, en esta ocasión queremos honrar su condición de “caja acústica de estantería”, motivo por el que las colocamos encima de un mueble (vía conos de desacoplo metálicos y discos protectores) junto al resto del equipo (con la fuente analógica también montada en una base aislante).
Sobre el papel, llama la atención la muy generosa, en un sistema de altavoces tan compacto, capacidad de manejo de graves sugerida por el fabricante, al abarcar la curva de respuesta en frecuencia suministrada por el mismo desde 48 hasta 20.000 Hz (+/-3 dB). Pero lo cierto es que tal sugerencia coincide con la realidad, hasta el punto de que la curva tonal subjetiva de las pequeñas Mission posee una linealidad deslumbrante que no se “arruga” a medida que aumentamos el nivel de volumen. Hay, en consecuencia, pegada y, en el caso del vinilo, una extensión fantástica, cualidades ambas que son secundadas por un bello combinado de naturalidad y resolución en las gamas de medios y agudos que encaja divinamente con la mejor tradición del audio “british”.