
Pocas son las marcas del pobladísimo mercado del audio High End (donde desde hace ya bastantes años se tiene a menudo la percepción de que ya no queda nada por inventar) que han conseguido triunfar en un tiempo récord con la elegancia, el aplomo, el señorío, de HiFi ROSE. Un éxito respaldado por la originalidad y excelsitud de una propuesta en la que el perfeccionismo generalizado va cogido de la mano con unos precios poco menos que asombrosamente razonables, si tenemos en cuenta los actuales estándares del audio High End más absoluto al respecto.
Con una estética personalísima, en línea con lo que nos tiene acostumbrados la empresa surcoreana, el RD160 debe considerarse en gran medida como el “complemento natural” de la que fue una de las grandes novedades de HiFi ROSE en 2023: el “transporte” para streamer RS130, con el que constituye uno de los combinados “top” del momento en materia de audio digital. En cualquier caso, el protagonista del presente Blog excede el lógico “matrimonio” con su compañero de gama, hasta el punto de devenir una opción fantástica a la hora de devolver a su forma analógica original los contenidos grabados en formato digital, estando incluso preparado para incrementar sus extraordinarias prestaciones mediante la adición de un reloj de sincronismo externo.
DAC’s de elite: una complejidad comparable a la del audio analógico más exigente
DAC son las siglas de “Digital-to-Analog Converter”, es decir, Convertidor de Digital a Analógico, un componente que a efectos prácticos se materializa en un “chip” (aunque hay alguna que otra realización muy elitista que opta exclusivamente por elementos discretos) cuya función es, tal y como sugiere su nombre, “revertir” al dominio analógico una onda digital. En el caso del audio, esto significa obtener música susceptible de ser oída por nosotros de los contenidos en formato “numérico” almacenados en un disco óptico (CD, SACD, DVD, Blu-ray Disc) o procedentes de un servicio de música online.
Sobra decir que esta tarea, relativamente fácil sobre el papel en el estado actual de la tecnología, admite diferentes grados de elaboración. En el ámbito de la “aparatología”, suele utilizarse el término DAC para referirse por igual al “DAC” propiamente dicho y a la electrónica que, basada en el mismo, permite gestionar un amplio espectro de fuentes digitales y cuyo nombre riguroso sería “Procesador Digital de Audio”. Un aparato de estructura potencialmente muy compleja dependiendo de la minuciosidad con que se trate los diferentes subsistemas que lo constituyen.
¿Y cuáles son dichos subsistemas? Pues, además del DAC en sí (con posibilidad de utilizar varias unidades), la electrónica responsable de procesar lo que nos envía la fuente, el reloj de sincronismo, el bloque de alimentación y la sección de salida analógica, desde donde la señal de audio, ya debidamente tratada, es enviada al preamplificador o amplificador integrado (de modo alternativo, también directamente a un sistema de altavoces activo) de nuestro equipo para ser reproducida por las cajas acústicas.
“Absolute True Fidelity DAC”: un nombre que lo dice todo
Protagonista del presente Blog, el RD160 es otra flamante demostración del saber hacer de la compañía surcoreana HiFi ROSE en su particular búsqueda del sonido sin compromiso. Definido por quienes lo han puesto a punto con el contundente calificativo “Absolute True Fidelity DAC”, es una preciosa electrónica que sobresale por el increíble refinamiento de la ingeniería que incorpora con la finalidad de devolver al dominio analógico los contenidos digitales de audio. La primera innovación a destacar es el módulo ROSE DPC (“Digital Processing Core”), en el que los bloques de procesado están concebidos para mantener una precisión óptima a fin de garantizar un sonido pletórico de naturalidad.
Dicho módulo sincroniza con una exactitud sin precedentes los flujos entrantes mediante un reloj OXCO (“Oven-Controlled Crystal Oscillator”: Oscilador de Cuarzo por Temperatura) de alta precisión que las alinea como I2S, un cambio particularmente útil con las de tipo “Hi-Res”, al aplicarles procesos de sincronización y enganche para minimizar el “jitter”. Por otro lado, el circuito que configura y gestiona la interfaz de usuario está totalmente aislado del trayecto recorrido por el audio digital, eliminando al 100% distorsiones e interferencias en la misma. El segundo elemento tecnológico clave del RD160 es la denominada ROSE CIM (“Completely Isolated & Moduled”) Architecture, una topología concebida para maximizar la calidad sonora vía estructura modular compartimentada.
En concreto, el módulo DAC del HiFi ROSE emplea una solución basada en dos “chips”, gestionando el primero de ellos, un AK4191, las etapas de filtrado digital (el usuario tiene a su disposición 6 filtros) y el proceso delta-sigma inicial, mientras que el segundo, un AK4499EX, se encarga de la conversión de digital a analógico propiamente dicha. Al separar los trayectos analógicos y digitales, se consigue un aislamiento perfecto frente al ruido durante de las respectivas tareas que realizan, una relación señal/ruido extremadamente elevada y una musicalidad sin parangón. En paralelo, al asignarse módulos DAC individuales por canal y recurrir a un diseño simétrico balanceado para la etapa de salida analógica, el RD160 exhibe una gama dinámica sobresaliente y reproduce con precisión milimétrica los microdetalles de la grabación, que es complementada por una imagen estereofónica clara y precisa.
Otra característica relevante de esta refinada electrónica es el exclusivo ROSE NRA (“Noise Reduction Analog”) Filter, integrado en la etapa analógica con el fin de lograr una respuesta en frecuencia plana en la octava inferior del espectro, con una ausencia de caídas en dicha respuesta y, por lo tanto, una restitución sin limitaciones desde el infragrave hasta los detalles de ambiente situados en la gama de frecuencias superiores del espectro. Lógicamente, para que estas impresionantes funcionalidades puedan ejecutarse sin limitaciones, la alimentación de los correspondientes circuitos debe estar libre de impurezas. Y, en efecto, así es gracias a tres fuentes de alimentación lineales de ruido ultra-bajo hechas a medida, que suministran energía a la etapa digital de entrada y a las etapas analógicas de salida izquierda y derecha, minimizando de este modo las interferencias y la diafonía entre las mismas.
Debido a esta configuración, el RD160 eleva a cotas de excelencia sin precedentes parámetros como la claridad y la dinámica, ofreciendo una experiencia de escucha profundamente inmersiva. Este sensacional procesador digital de audio compatible con archivos DSD hasta DSD512 y PCM hasta 32 bits/768 kHz es rematado por una construcción sobresaliente y una conectividad muy generosa (con dos entradas para sincronismo externo incluidas), que satisfará las necesidades de los usuarios y equipos verdaderamente exigentes y unas especificaciones técnicas que cortan la respiración.
Una musicalidad sublime que revaloriza la “Hi-Res” más exigente
Escuchamos el RD160 en compañía de su “transporte para streamer” a juego RS130 y el fabuloso amplificador integrado estereofónico RA180, ambos también de HiFi ROSE, y una pareja de cajas acústicas Sonus Faber Sonetto VIII G2, con cableado de In-Akustik. En el bien entendido de que damos por supuesto que el protagonista de este Blog rinde fabulosamente bien conectado a, por ejemplo, una mecánica de transporte CD o SACD (también un reproductor High End equipado con salidas digitales), consideramos no obstante que su misión es optimizar las posibilidades del sonido “Hi-Res” sin soporte físico.
Y por supuesto que así es: lo certifica la escucha de temas seleccionados, tomando la resolución CD como punto de partida, en Qobuz y TIDAL Hi-Fi. Llama especialmente la atención el fabuloso, siempre dependiendo del registro, silencio, siendo la consecuencia directa una definición espectacular, una capacidad de análisis de microinformaciones alucinante y una dinámica simple y llanamente “pro”. El Hi-Fi ROSE brilla en la totalidad de los parámetros que delimitan el concepto de musicalidad en el ámbito de la reproducción sonora doméstica, gracias a una concepción y una fabricación en la que la expresión “sin compromiso” adquiere tintes de dogma de fe.