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Comprar un tocadiscos online: lo que hay que saber para no equivocarse
Fecha 2 Enero 2023 Autor ada Tags Teoría y Tecnología

La compra de productos online resulta muy atractiva, pero hay que andarse con mucho cuidado en función de lo que se busque, porque, salvo si se tienen las ideas muy claras, la multiplicidad de la oferta y la seducción de los precios bajos pueden acabar resultando contraproducentes, cuando no directamente catastróficas. Es el caso de los componentes de audio, con los que una sesión de escucha en las instalaciones de un especialista cualificado permite al potencial comprador saber en muy poco tiempo si ha dado o no con lo que está buscando. Aún así, por motivos varios se entiende que muchos consumidores, bien por lejanía física de distribuidores especializados, bien por la comodidad que comporta comprar directamente desde su casa, opten por la compra online.

ROBERTS RT200

Supongamos, pues, que queremos hacernos con un tocadiscos, en principio dando prioridad a la relación prestaciones/precio. ¿Qué tenemos que hacer? De entrada, buscar fabricantes que apuesten por la excelencia constructiva, de los componentes y de los materiales, y por lo tanto con experiencia contrastada, lo que nos conduce a una verdad fundamental: ahora mismo son muchas las marcas con lectores de vinilos en sus catálogos, aunque muy pocas las que realmente los fabrican. Hay más: de todas estas firmas, la inmensa mayoría (un 90%) comercializan productos de pésima, cuando no directamente lamentable, calidad. Es fundamental pues saber lo que hay detrás de lo que queremos para que no nos den gato por liebre y evitar decepciones.

 

El objetivo

El disco de vinilo es un formato que permite obtener una calidad sonora de gran clase gracias a su doble condición “Hi-Fi” y “analógica”. Sin embargo, el sistema requerido para reproducirlo correctamente comporta muchos elementos mecánicos y algunos eléctricos que están sujetos a un amplísimo abanico de variaciones en términos de construcción, materiales y acabados.

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Esta enorme “variabilidad” tendrá una influencia directa, para bien o para mal, en las prestaciones tangibles, siendo es muy importante conocer la función que realiza cada uno de las partes que constituyen un reproductor de vinilos, a fin de garantizar que el mismo cumpla con su cometido.

 

Tocadiscos = plato+brazo+cápsula

Lo primero que hay que tener claro es que la misión de un tocadiscos es algo tan simple como asegurar una plataforma perfectamente estable en términos físicos y de velocidad de giro para que la lectura del disco realice correctamente y no se vea perturbada por factores externos. Para ello se necesita un plato que soporte el vinilo y un dispositivo para extraer la información contenida en los surcos del mismo, dispositivo que en realidad está formado por la cápsula fonocaptora, cuya punta lectora es la encargada de traducir movimientos mecánicos en música, y el brazo de lectura o brazo, con el objetivo de explorar el disco de un modo preciso y cómodo.

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A su vez, el conjunto descrito estará instalado un chasis que descansará sobre un mueble, un estante de un rack dedicado o una base/plataforma aislante. Pues bien: cada una de las partes mencionadas tiene su aportación al sonido. Así, en el caso del chasis no tiene absolutamente nada que ver uno de madera tratada con uno de plástico, este último garantía al 100% de unas prestaciones desastrosas.

 

Ingeniería

Puesto que cualquier cosa que no sea la música contenida en el vinilo puede afectar a la correcta reproducción del mismo, la misión del diseñador de la fuente encargada de leerla no es otra que impedir que las características físicas del conjunto plato+brazo+cápsula influyan en la musicalidad. Esto implica resolver con elegancia, dentro de cada nivel de precio, lo que se denomina “control de las resonancias”, léase impedir que las características propias de cada material afecten a la grabación que estamos escuchando. Por ejemplo, la madera es mucho más “neutra” (más aún si está tratada) en términos de vibraciones que el plástico, lo que nos lleva a la primera norma innegociable para comprar nuestro reproductor de vinilos: descartar por completo los productos con chasis y/o plato, y no digamos ya el brazo, de plástico.

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Cierto: son muy baratos, pero están construidos en lugares con poca tradición en audio con mayúsculas y su sonido será muy poco fiel al original, cuando no directamente “ensuciado/coloreado” como consecuencia del uso del citado material. Por el contrario, si nuestro elegido está hecho a mano por una empresa especializada como Pro-Ject, con más de 30 años de experiencia, en un país tan sinónimo de rigor técnico y con una tradición musical tan asentada como Austria, es ya de por sí garantía de excelencia.

 

El brazo y la cápsula

Se trata del bloque encargado de extraer la música del disco, siendo fundamental que dé la talla en términos de ejecución y materiales porque, de nuevo, si las cosas no se hacen bien, tanto el brazo como la cápsula colorearán la música, desnaturalizándola. En el caso de la segunda, su ingeniería interna determina los dos tipos más populares: los diseños de imán móvil (“Moving Magnet”/MM) y los de bobina móvil (“Moving Coil”/MC). Por regla general, los modelos MC son superiores a los MM, así como más caros y delicados a la hora de trabajar con ellos, ya que su nivel de salida es considerablemente inferior (lo que los hace más sensibles a los parásitos externos).

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En cualquier caso, los progresos tecnológicos han hecho posible que haya en el mercado referencias MM extraordinariamente musicales. En este segmento del mercado, la experiencia y la capacidad técnica de firmas especializadas como Ortofon, Van den Hul o Sumiko  sitúa sus creaciones a años luz de las puestas a punto por empresas que, literalmente, suministran a granel. Por su parte, el brazo, en su condición de “soporte y guía” de los transductores en cuestión en su viaje a través del surco del disco debe ser exquisitamente neutral, hasta el punto de que la diferencia en entre uno ejecutado con materiales como el aluminio, la fibra de carbono o, mejor aún (el precio manda), una combinación de ambos con respecto a uno de plástico será simple y llanamente demencial.

 

El sistema de tracción

Hemos hablado del plato pero no del esquema empleado para moverlo a la velocidad correcta, lo que nos lleva a dos esquemas que se reparten el 100% de los giradiscos disponibles en el mercado mundial: la tracción por correa y la tracción directa. Tan sencilla y asequible como efectiva, la tracción por correa consiste, como su nombre sugiere, en una correa que rodea bien directamente al plato bien a un pequeño plato que lo sustenta denominado “subplatter” y es excitada por la polea de un motor que puede estar localizado dentro o fuera de nuestro reproductor de vinilos propiamente dicho.

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Por su parte, la tracción directa recurre a las leyes del electromagnetismo para generar una rotación del plato mediante la alternancia de polos magnéticos situados en la zona inferior del mismo. ¿Cuál es mejor? Sin ninguna duda la tracción por correa, porque es conceptual y formalmente muy simple a la vez que tremendamente efectiva. El motivo es bien sencillo: si la correa y el motor que la mueve están bien hechos, el diseñador tiene a su alcance un montón de astucias para que el movimiento del plato sea perfectamente estable y no se vea influido por parásitos susceptibles de perturbar el sonido. Entre dichas astucias hay algunas tan sencillas como hacer descansar el motor sobre pies de goma dentro del chasis y otras más elaboradas, siendo la más común ubicar el bloque motor, siempre debidamente desacoplado, fuera del chasis de nuestro lector de vinilos.

THE CLASSIC EVO

La guinda la pone un buen ajuste de la velocidad, por regla general materializado en una circuitería electrónica que sólo los fabricantes verdaderamente comprometidos con la exquisitez, caso de Pro-Ject (cuyas realizaciones se basan al 100% en tracción por correa), montan en sus lectores analógicos. Al contrario que la tracción por correa, la tracción directa (“DD” o “Direct Drive”) implica tener una serie de bobinas justo debajo del plato, con los problemas que ello puede generar en términos de parásitos eléctricos (zumbidos que sin lugar a dudas serán captados por la punta lectora) e incluso mecánicos al limitar la configuración empleada el uso de soluciones encaminadas a minimizar las resonancias del plato.

 

Ajuste

Hay tocadiscos de gran nivel y precio muy competitivo, caso de varias referencias firmadas por la austríaca Pro-Ject, que se suministran de fábrica preajustados y listos para usar, lo que significa que incorporan una cápsula fonocaptora dedicada. En este caso, lo único que debe hacer el usuario es colocar el contrapeso adecuadamente y efectuar la conexión a su preamplificador, amplificador integrado o etapa de fono separada. Si nuestro elegido no está preajustado, habrá que seguir una serie de pasos para montar la punta lectora en el mismo, a fin de que las prestaciones obtenidas sean óptimas. En primer lugar, se pone el citado transductor en el portacápsulas, que puede ser fijo o extraíble.

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A continuación, se instalan los cuatro cables encargados de transportar la señal eléctrica generada por transductor de captación;  dichos cables están identificados por cuatro colores (rojo, blanco, verde y azul). A continuación se coloca el contrapeso que iremos girando hasta que el dúo brazo-cápsula “flote”, obteniéndose de este modo lo que podríamos llamar “peso cero”, para, seguidamente, ajustarlo (normalmente hay la pertinente indicación numérica; mejor aún si contamos con una báscula dedicada, mejor que mejor) al peso recomendado por el fabricante de la punta lectora. El último paso a seguir es el ajuste del antideslizamiento o “anti-skating” aplicando una fuerza centrífuga que compense la fuerza que “empuja” a la punta de diamante hacia el eje de giro (centrípeta). Por regla general dicha fuerza suele ser la de apoyo o muy similar, siendo lo mejor es experimentar un poco y quedarse con el valor que hace que en al principio del vinilo la citada punta no se desplace bruscamente ni hacia delante ni hacia atrás.

 

Instalación

La cápsula fonocaptora es un instrumento muy delicado, lo que significa que puede captar no sólo la señal presente en el disco, sino también cualquier otra ajena al mismo e “inyectarla” en la música. Un caso típico se produce cuando giradiscos y altavoces están montados en la misma superficie, ya que las vibraciones de los segundos, en especial las correspondientes a las frecuencias bajas, se transmiten a través de dicha superficie y al llegar a nuestro lector de vinilos son captadas por la aguja.

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Conclusión: lo que se conoce como realimentación acústica o “efecto Larsen”, que en su caso más desfavorable puede provocar la destrucción física de los transductores de graves o woofers. ¿Cómo evitar esto? De entrada, exigiendo que nuestra fuente analógica esté bien desacoplada mediante, como mínimo, tacos de goma tratada, o, mejor aún, conos ajustables con tratamiento anti-resonancias. Si además nuestro reproductor analógico está encima de una base dedicada, genial, y si dicha base reposa sobre un estante de un mueble dedicado, fantástico. Como siempre, hay que exigir unos mínimos y a partir de allí es el presupuesto de cada uno el que manda.

 

Una selección infalible ¡e imbatible!

No están todos los que son, pero si son todos los que están, por cuanto tienen lo que hay que tener para garantizar una lectura de vinilos musicalmente placentera. Creemos que los modelos que figuran a continuación son imbatibles a la hora de cumplir con su cometido, puesto que aúnan magistralmente perfeccionismo constructivo y de los acabados, de los materiales, de los componentes, audacia técnica, diseño externo y precio ultracompetitivo.

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  • Pro-Ject E1 Standard
  • Roberts Radio RT 100
  • Pro-Ject T1
  • Roberts Radio RT 200
  • Pro-Ject Debut Carbon EVO
  • Pro-Ject Debut PRO
  • Pro-Ject X1