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Auriculares: repasando la teoría básica de un producto en evolución permanente
Fecha 11 Junio 2024 Autor ada Tags Teoría y Tecnología

Los auriculares siempre han estado ahí: para disfrutar de la música en la intimidad de nuestro hogar evitando molestar a los vecinos o, simplemente, escuchar nuestras canciones favoritas donde y cuando nos apetezca. Pero la generalización del consumo de música con reproductores de audio portátiles primero y “smartphones” después, los ha convertido en auténticos objetos de deseo por parte de un amplísimo espectro de usuarios, que, lógicamente, buscan un tipo de producto que le permita marcar diferencias en parámetros que van desde la estética, la calidad de fabricación y la ergonomía hasta la calidad sonora.

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Todo ello ha dado origen a un mercado ultracompetitivo en el que las diferencias entre modelos (precio, musicalidad) pueden llegar a ser abismales, por lo que estará bien recordar una serie de elementos que nos ayudarán a tomar la decisión de compra más adecuada.

 

En esencia, unas cajas acústicas en miniatura para llevar puestas

Es evidente que la inmensa mayoría de consumidores buscan escuchar su música favorita dónde y cuándo les plazca y, por supuesto, con unos niveles de volumen y una definición que no tengan nada que envidiar a los de un concierto en directo. Aún así, hay una serie de muy buenas razones para optar por unos auriculares, en especial si tenemos en cuenta que los avances de la tecnología y el diseño han obrado milagros con un producto que en sus orígenes había sido concebido para la telefonía, las comunicaciones militares o los equipos destinados a los radioaficionados. La primera de dichas razones es que la acústica de la sala no importa, porque al generar cantidades de energía muy pequeñas, los auriculares no dependen en absoluto de su entorno.

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Lo que sí necesitan es ser pensados de manera cuidadosa para ofrecer una respuesta en frecuencia equilibrada a lo largo de la gama de audio. Y, obviamente, deben ser capaces de producir una calidad sonora óptima cuando son cargados con los peculiares canales de aire que forman el oído externo humano. Unos condicionantes que, debidamente llevados a cabo, no variarán de una sala a otra ni de un punto a otro de una misma sala. En segundo lugar, el ruido ambiental es irrelevante, al estar demostrado que incluso en ambientes residenciales tranquilos existe un ruido de fondo continuo de unos 40 dB por encima del umbral mínimo de nuestro sistema de audición, una cifra que a menudo puede perturbar seriamente el disfrute de pasajes musicales suaves.

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Con unos auriculares cerrados o intraaurales, este problema desaparece por completo, permitiendo al oyente concentrarse con mayor facilidad en la escucha de música. Para muchos, la experiencia que proporciona un aislamiento total del exterior no sólo resulta placentera en grado sumo, sino que incluso supera a no pocos conciertos en directo en la vida real. Otro aspecto fundamental de los auriculares es que no requieren grandes potencias de amplificación, puesto que al ser los sonidos que queremos escuchar radiados desde puntos tan cercanos a nuestros tímpanos, demandan sólo una fracción de la potencia de amplificación requerida para excitar adecuadamente una pareja de cajas acústicas.

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Además, la distorsión es extremadamente baja, porque la proximidad del diafragma del altavoz de cada casco a nuestro oído hace que la distorsión pueda ser excepcionalmente baja, al requerirse esa baja potencia a la que acabamos de hacer referencia y ser los desplazamientos del diafragma sustancialmente menores que los de los altavoces de una pantalla acústica. Finalmente, destaquemos que el rango de frecuencias que se puede reproducir es muy amplio, siendo en este caso el motivo de tipo acústico, ya que por regla general las cajas acústicas concentran las frecuencias altas (los agudos) en un eje específico, mientras que radian los graves omnidireccionalmente. Por el contrario, en unos auriculares tal dependencia de la directividad no existe, facilitándose la obtención de un balance perfecto entre graves, medios y agudos.

 

Un generoso abanico de categorías y tecnologías donde elegir

Ha llovido un montón desde que en 1937 aparecieron los primeros auriculares de auténtica “Alta Fidelidad”: los Beyer DT48. Desde entonces, la tecnología no ha cesado de mejorar pese a que el grueso de realizaciones que se han ido comercializando montan transductores electrodinámicos, es decir idénticos a los empleados en los sistemas de altavoces convencionales. Por lo demás, hay que tener en cuenta que el cuerpo que rodea al citado transductor puede estar abierto o cerrado por su parte posterior, aportando un mayor grado de aislamiento del mundo exterior, pero, en paralelo, creando potencialmente una cámara resonante susceptible de colorear el sonido.

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Asimismo, tanto los auriculares abiertos como los cerrados pueden incorporar almohadillas que o bien rodeen cada oreja (circumaural/”over-ear”) o bien descansen sobre aquéllas (supraaural/”on-ear”). La diferencia entre estas dos opciones se reduce básicamente a una cuestión de comodidad, considerando los puristas de pro que la posición de los auriculares en la cabeza es crítica para el sonido y, por tanto, que los auriculares circumaurales son idóneos en este sentido. Tenemos igualmente los denominados auriculares intraaurales (“in-ear”), que incluyen un “tapón” que hace que el altavoz esté muy cerca del tímpano. Muy populares, en especial su versión “True Wireless”, y equipados con soluciones técnicas de sofisticación creciente, tienen como principal inconveniente que su funcionamiento a volúmenes muy altos puede provocar con el tiempo daños graves en el aparato auditivo.

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En cuanto a las tecnologías implicadas, se refieren básicamente al altavoz o transductor empleado. Aparte del sistema electrodinámico antes mencionado, hay que destacar el basado en transductores magnéticos planos (“planar”) y el electrostático. Otro aspecto a considerar son las especificaciones técnicas, siempre útiles, pese a que a la hora de evaluar la verdadera calidad de cada propuesta hay que escucharla en compañía del equipo o el dispositivo fuente que lo vaya a acompañar. Así, para la respuesta en frecuencia (el rango de frecuencias que se pueden reproducir sin pérdidas de amplitud), 20-20.000 Hz sería lo correcto, pese a que hay marcas que se curan en salud y especifican, por ejemplo, 10-45.000 Hz (pero con pérdidas). Otro dato fundamental es la impedancia, léase la “oposición” de los auriculares a la señal que los excita, porque mide la adaptación entre nuestros auriculares y la electrónica que los excita.

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Mayor impedancia significa potencia superior para conseguir una presión sonora (decibelios) concreta; de ahí la obsesión de los fabricantes por la baja impedancia (entre 1 y 100 ohmios, preferentemente por debajo de 50 ohmios) que sean capaces de ofrecer un sonido de gran calidad a partir de una excitación muy pequeña. Las referencias con impedancia media y alta (100-1.000 ohmios) demandan una potencia superior (idealmente, generada por una circuitería dedicada) y suelen estar limitados a aplicaciones de Alta Fidelidad no portátil. En paralelo con la impedancia está la sensibilidad, que, al igual que en un sistema de altavoces convencional, indica la presión sonora que se puede obtener con una determinada entrada, para lo cual se expresa en dB/mW aunque algunas firmas optan por dar el registro máximo.

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Para situarnos, 105 dB es una cifra ya muy respetable y 110-112 dB satisfarán con creces las ansias de los fanáticos de la música electrónica (recordemos al respecto que el umbral de dolor del oído humano se sitúa en 120 dB). Otras especificaciones a considerar son la distorsión armónica o la potencia de entrada, el conector (estándar de estudio de 6’3 mm, “mini” de 3’5 mm, balanceado) y, por supuesto, la ergonomía (fundamental para un producto que a menudo se usa en sesiones muy largas), el peso, la posibilidad de quitar/cambiar el cable de conexión, de reemplazar las almohadillas o que nuestro elegido sea plegable.

 

Una selección de lujo: Final, Dan Clark Audio, Audeze, Astell&Kern y Devialet

La actual oferta de Sarte Audio Élite en auriculares cubre un amplísimo espectro de productos apoyados por marcas de prestigio mundial con soluciones de ingeniería exclusivas.

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Así, la japonesa Final propone modelos circumaurales electrodinámicos y “planar”, mientras que Audeze y Dan Clark Audio hacen lo propio con las tecnologías “planar” y electrostática y Astell&Kern, Final y Devialet comercializan realizaciones intraaurales “True Wireless” de auténtica referencia.