Hay que reconocer que Copland mantiene intacta su capacidad para sorprendernos. Es una compañía discreta, sí, que va a su ritmo y en cierta medida un poco apartada de las modas y los cambios trepidantes, a verdes absurdos por precipitados. Pero también es una compañía con una larga trayectoria en el ámbito del audio de alta calidad, y además a la manera escandinava, es decir, proponiendo productos con una honradez intachable y por tanto que siempre tienen algo que aportar.